Bueno tío, la historia es así. Soy powerlifter y soy grande. Al menos para los lados, ya que de altura andamos en el team mediano, pero siempre peso alrededor de 105 kg (la imagen es mía).
Nunca me había interesado el worship. Al menos en lo formal. Pero sabía que mi abundante humanidad era apreciada por algunas personas. Eso me hacia sentir sensual.
Bien, en febrero estaba entrenando de noche en un gimnasio de cadena. Por el precio vale la pena tener la opción de ir de noche para cuando no alcanzo a ir a mi gimnasio habitual.
Parecía culturista porque venía saliendo de competición y quise bajar unos kilos de grasa. Salió muy bien porque seguí entrenando, pero en modo hipertrofia y la gente me preguntaba "cuando compites". Eso me motivó a seguir entrenando y al final de cada sesión tenía todo el espejo de los vestidores para mi. Todos posamos frente al espejo cuando estamos solos, no podéis negarlo.
El cuento es que una noche, me acuerdo que entrené espalda, pecho, trapecios y brazos a lo bestia, fui a sacar el bolso al casillero. Pasé por el espejo y me quedé un rato viendo el reflejo de mi trabajo. Que un cuerpo poderoso no se gana gratis. Tenía los brazos hinchadísimos y parecía una nevera. Entró el tío que atendía de noche y me vio en el acto de vanidad, pero no me importé porque me sentía orgullosísimo.
Al rato se acercó y me comenzó a felicitar por mi estado físico, parecía muy asombrado por mi masa, comenzó a pedir que haga poses específicas y me sorprendí un poco cuando pode su mano sobre mi bíceps flectado para ver cuanta superficie podía cubrir. Me pareció un poco invasivo, pero da igual, en el deporte compartimos vendas sudadas y damos espaldarazos así que no soy tan ajeno al contacto en el gimnasio. Me fui a casa, pero seguí entrenando allí.
Pasaron las semanas, seguí entrenando, y cada vez que el tío estaba de turno, se aparecía en los vestidores, conversábamos un poco. Siempre había solicitud de mostrar algún músculo mientras yo me cambiaba la camiseta. Nunca voy a a la regadera en ese gimnasio, pues voy de noche, así que nunca me vio desnudo. No había nada extraño, pero sabía que tenía un admirador.
Sincrónicamente, cuando caí en cuenta de aquello, un día Félix saca una propuesta. -Danilo, a ti te gusta entrenar, siempre me aconsejas, y he aprendido harto. Quería saber si te interesa entrenarme a mi y a un amigo. El también puede venir de noche.- Por supuesto que accedí, por que no, así tendría con quien conversar y alguien que me ayude en el press de banca como spotter.
Nos juntamos y comenzamos a entrenar. Ambos tíos muy buena onda. Se tomaban el entrenamiento enserio y nos hicimos muy compinches. Los días viernes, cuando el gimnasio estaba más vacío de noche, comparábamos masa, obvio que yo siempre ganaba. Pero me gustaba el juego de ser el más fuerte. El gorila de esta triada de amigos. Y eso fue más allá.
El ser admirado comenzó a tomar ribetes más sensuales, si saben a lo que me refiero. Cuando otras manos comienzan a apretar y rozar tu piel creo que se puede transformar en algo erótico y comencé a añorar nuestras sesiones de admiración post entrenamiento. Mientras más hinchados estaban mis músculos me sentía más sexy y poderoso.
Por otro lado yo sabía que estos 2 admiradores sentían una atracción especial también así que, sin ningún pudor, fuimos escalando el nivel de sensualidad. Comenzó con fotos donde yo los levantaba, con poses, luego con aceites para verme más culturista. En algunas semanas se volvieron pruebas de masculinidad donde el reto era ir a entrenar sin desodorante (que no molestábamos a nadie porque era otoño y eran las 3 am).
Mencionar que el límite en el gimnasio era ese. Vamos. Que se trataba de un lugar público. Pero el siguiente escalafón fue en la casa de uno de estos tíos. El tío tenía montado un gimnasio y la propuesta era entrenar en bóxer. No tuve ningún problema, pues me siento muy cómodo con mi cuerpo. Fui.
Usamos una barra de dominadas, para hinchar la espalda nivel nevera. Bíceps con mancuerna, para congestionar brazos, y flexiones de pecho para flectar nivel gorila. Me pusieron vaselina, los dominé poniendo mi axila en su cara (no hubo nada que pudieran hacer para vencerme mua ha ha), hicimos pulso. Nada sexual, hasta ahí todo era muscle worship y dominación.
Pero en un momento Danilo comienza a frotar mi pecho desde atrás y se acercaba peligrosamente a un punto G que yo estaba ocultando. Lo levanto para que desista, pero se agarra fuerte como un koala y sigue frotando. Lo descubrió, ahora que hago, pensé.
Pues no hubo nada que pudiera hacer, comenzó a frotar una parte muy particular de cada pectoral, las piernas se me doblaron, y mi fuerza se fue como cuando a Sansón le cortaron la melena. Luego llega el otro tío, y desde el frente se encarga de lo esperable.
El gorila dominante fue domado esa noche por sus 2 admiradores. Fue sabroso. Absolutamente lo volvería a hacer.
wow increíble relato y además que bien contado! es excitante ver lo libre y con gusto que hablas de tu cuerpo.. saludos amigo
Una historia increíblemente exótica..y me encanta como hablas de ti mismo...aunque hubiera preferido que tú los dominases a,ellos al final jeje...pero gran historia
Que morbo de historia, pero muestranos más de ti! 😈
Muy buena historia 👍💪🏋