Como les conté el sabado, ayer inicié finalmente con el primer dia de la nueva rutina, perseguí al entrenador por todos lados, hambriento de ejercicios. Estaré haciendo ejercicios para un musculo por día, e iniciamos con espalda, no es mi fuerte, pero ahi vamos.
El gym a esa hora de la media tarde esta casi vacio asi que los dos primeros ejercicios los hice rapidisimo. En el tercer ejercicio que era con una polea alta, noté que la habian dejado cargada casi a tope, le saque peso y me puse a entrenar. En eso cuando estaba por acabar la primera serie, me doy cuenta que atras mio estaba parado un cuarentón, mirándome ejercitar. No lo habia visto, y me pregunta: 'Puedo trabajar tambien en esta maquina?' habia otra maquina, así que ahora dudo si lo que queria era un poco de charla o interacción. La cuestión es que le digo claro, por supuesto. Se ajusta el peso, como cinco ladrillos mas que yo, y con toda naturalidad se sienta a trabajar y yo me quedé observandolo, justo como él hacia conmigo. Tenia una remera muy ajustada al cuerpo, que le marcaba unos pectorales potentes, redondeados y terminados en pico en la tetilla. Los brazos muy marcados, muy tallados, no muy grandes, pero si muy fibrosos. Las venas de sus brazos comenzaban a hincharse a medida que tiraba de la polea triangular hacia su pecho. Y estaba medio sudado, su frente y su pelo mojados. Vestía tambien un pantalon de gimnasia de algodon, que al levantarse ví que le marcaba muy bien el trasero. No perdí tiempo y observé como se movía, como iban y venían aquellos mazos de carne bamboleándose, ejercitándose, endureciéndose. No soy de los que les gusta hablar cuando ejercito, por cuestion de comodidad, así que aunque quería hablarle, sólo le pregunté si trabajaba al fallo muscular antes de que empezara a trabajar, así que él comenzó a hablarme con toda naturalidad mientras trabajaba. Me explicaba que habia semanas que sí lo hacia y otras que no, pues dependia de la energía, de su trabajo y del nivel de cansancio y recuperación. Me llamaba mucho la atención cómo conversabamos como si nos conocieramos de antes, era muy cordial la charla. Al terminar su serie ya se alejó y se puso a hablar con sus conocidos del gimnasio, yo me quedé trabajando en mi segunda serie, y casi terminando se acercó y se quedó a la espera de su turno otra vez mirándome. Me levanté y él se acercó ajustó el peso y se sentó a trabajar. Y yo seguía mirándolo. Así seguimos hasta que yo terminé mi trabajo y le avisé. Ya me fui para otra maquina. En ese gimnasio hay muchos asi que les gusta mirar y que los miren, yo soy convencido de que el que trabaja su cuerpo lo hace para ser mirado. Antes de esto ya habia estado mirando a un muchacho muy alto y con un cuerpazo enorme, que se ve que viene creciendo mucho, con cara de niño, a mi me van mas cuarentones pero él estaba muy pendiente de cruzar miradas. En fín, hoy por la tarde si todo sale bien volveré para mas aventuras de gimnasio.
Maxi desde Argentina.
Sueños de culturista.